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Existen dos vertientes en el arte pictórico de José Manuel Navarro Dueñas, Meme.

La primera se apega a los cánones formales, e incluye retratos de factura excelente,

en que mezcla los rasgos físicos con elementos suprarrealistas (cabezas en forma de globo, diablitos de iglesias góticas, telones incendiados, notas de grafías musicales, etc.), que cumplen su función figurativa, casi documental.

La otra vertiente, más amplia y libre, es la que ha interesado a propios y extraños, pues es demostración de su capacidad imaginativa, personal e intransferible. En ella

vuelca su fantasía en composiciones que rozan con mitos, predominantemente contemporáneos, en las que pululan objetos y seres que son caricaturas casi distorsionadas de otros entes reales, pero en situaciones irrepetibles, casi abstracciones crepusculares a partir del mundo fenoménico.

Alguien  intentaría adscribir los temas de la obra de Meme a pulsiones freudianas, a desvanes olvidados de la memoria en que lo vivido se mezcla con lo soñado, dentro del marco  de una cultura espía, con el misterio de cada artista, a veces en una taracea explosiva de lo cotidiano y lo terrorífico.

Él ha creado y colonizado mundos difícilmente habitables, en una especie de país de en medio, lleno de contradicciones, en que la fusión de contrarios  es una empresa “normal”, sin aspavientos, pero con toques de lo maravilloso, lo inusual.

El elemento creador primordial es el juego, el ludus, en que se entremezclan los malabarismos de la razón con la intuición infantil, con toda su carga de inverosimilitud, que abre la puerta del asombro .No es precisamente un país de hadas, pero sí de gnomos, de mutantes, de mecanos a veces robotizados, de combinaciones

de lo orgánico y lo inorgánico, juguetes involuntarios de la memoria, que nos salen al paso en cada esquina y nos echan en la cara la irrealidad del hombre y la realidad de sus fantasmas, en una sociedad cada vez más impersonal e impredecible.

En una presentación, después de escuchar algunos poemas míos, una jovencita me preguntó:”Usted viaja a un mundo imaginario, lleno de cosas raras. ¿No tiene usted miedo de no regresar a la realidad?” Cabría plantear la misma pregunta a Meme, aunque

es un poco ociosa, pues el tiene las llaves de los dos reinos, y transita por ambos y se divierte como enano en Disneylandia. 

 

José Rafael Blengio Pinto

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